viernes, 14 de noviembre de 2014

Cincuenta y tres segundos

Cada mañana cruzo la estación para ir a clase.
Podría levantarme un poco antes y rodearla, así evitaría un sinfín de recuerdos que se apoderan de mí durante los cincuenta y tres segundos que tardo en cruzarla. Pero no sería sensato conmigo mismo.
Prefiero entrar con la cabeza alta y afrontar el cúmulo de detalles que podría relacionar contigo(o nosotrosen esos cincuenta y tres segundos.

Deberías probarlo allí, en Valencia.
Te sorprendería la cantidad de cosas que puedes llegar a relacionar con alguien en tan poco tiempo.
Es una sensación de angustia y estremecedora, pero que a la larga, puede acabar resultando hasta divertida.

                             
                               "Una lección que no duela no vale como lección"

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