martes, 2 de febrero de 2016

Lo que aprendí de mi primera relación...

Escribir esto ha sido una de las labores más difíciles desde que comprendí definitivamente aquel vacío, principalmente, porque escribir sobre mi ex es revelar una parte íntima de mí, de lo que soy ahora y de lo que viví; además es aceptar y afrontar que, en los casi cuatro años de "relación", los malos momentos superan numerosamente a los buenos; sin embargo, estoy aquí, comiendo algo de chocolate para controlar mi ansiedad, para calmarme y pensar… ¿por qué lo estás haciendo? - me pregunto repetidas veces en mi mente -, y repetidas veces también me respondo: “porque nadie merece vivir una relación así, porque nadie debe aceptar ciertas actitudes por creer estar enamorado, porque las personas deberían entender que son valiosas por sí solas, porque si cuentas tu historia podrías evitar que alguien más viva lo que tú, porque hay que ver con buena cara las cosas malas de la vida y, porque a pesar del dolor y el sufrimiento que ella te causó, aprendiste mucho y hoy lo debes compartir”.
Hace más de séis meses decidí escribir estas líneas, y para hacerlo fui consciente de que debía analizar y recordar todo, remover los recuerdos de mi mente y verlos desde otra perspectiva. Pensé que después de diez meses de haber terminado aquella relación había superado el dolor por completo, pero no. Al revisar viejas conversaciones, al leer cada insulto, cada palabra lanzada sin pensar por parte de ambos, cada discusión virtual que en los dos últimos años se hicieron una costumbre semanal, me di cuenta que aún dolía, que aún existían espacios vacíos, que su recuerdo aún me entristecía; y creo que eso es normal, si con tan solo buscar una palabra en la conversación (un insulto), te aparecen más de cuarenta resultados, y descubres la infinidad de peleas que tuviste, tomas conciencia de la cantidad de noches que pasaste llorando porque la chica que amabas te trató como si no valieras nada, entonces sí, es normal que aún te duela. Para suerte mía no estaba solo, pude refugiarme en los brazos de ese ser que me da paz, pude sentirme vulnerable y a la vez protegido porque nunca más iba a volver a vivir esas experiencias que me dañaron, y hoy, que he podido superar todo, que he releído cada conversación sin sentir dolor, estoy aquí escribiendo lo que aprendí de ese supuesto amor.



Aprendí que uno no debe sacrificar su felicidad para complacer al otro, que las similitudes sí son importantes, que a pesar de las diferencias debe existir un punto de equilibrio, que nadie es digno de devoción, que nadie es tu dueño, el estar en una relación no te convierte en la propiedad de alguien, nadie puede quitarte tu libertad, nadie puede robar tu espacio y convertirse en el único centro de tu vida. Aprendí que por más amor que sientas, jamás debes dejar de lado a tus amigos, porque créeme, cuando esa persona te falle, ellos estarán para darte ánimos. Aprendí que nunca debes priorizar a tu pareja antes que a tu familia, pues el hogar es el lugar en donde el verdadero amor nunca falla, y si ellos no ven adecuado para ti a tu novio/a, debe existir una razón, y debemos estar prestos a escuchar su opinión. Aprendí que no puedes cegarte y pasar por alto esas acciones que te duelen, tan solo para evitar discusiones. Entendí que por más errores que cometas no debes perder tu dignidad. Que el cariño no se mendiga, se demuestra cada día, en cada momento, y no solo cuando están a punto de perderte. Es valiente aceptar tus errores y pedir perdón, sin embargo, jamás debes humillarte y rogar. Ahora entiendo que, un TE AMO, no es una simple frase, es una demostración de compromiso, es un pacto de confianza, de entrega y de ayuda mutua.
Y aunque ha sido difícil, aprendí a perdonar y a valorar. De una u otra forma debo agradecérselo, porque gracias a ella, sé qué clase de mujeres no quiero en mi vida, gracias a lo que viví a su lado soy el hombre que soy y, aunque jamás debí permitir que todo ese tiempo me tratase así, no me avergüenza haberlo vivido, porque son experiencias que te hacen fuerte, te hacen madurar y crecer, y lo mejor de todo; te preparan para saber qué no hacer en una nueva relación. Solo es cuestión de decisión, alejarme de ella fue una decisión dura pero acertada y en el momento exacto.
Hoy sé que no necesito a nadie para tener felicidad, pero sí he decido ser feliz al lado de personas que cambian a diario mi mundo por completo.

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