Vacío el pecho, nublo el corazón, hallé epinefrina para acelerar la presión.
Bombardeo constante al hipotálamo, ritmo cardíaco descontrolado, como Sarajevo en los noventa avasallado. En guerra entre viejos conocidos, cabeza y corazón, desnudo, sin nada, reventando todos mis mitos.
No creo en la suerte ni en los milagros pero vuelvo a tener fortuna. Me lo merezco.
Dosis de realidad. Estoy confuso en este juego perverso pero nos arriesgamos. Apostamos lo poco que nos queda por un halo de esperanza. Porque nunca está de más intentarlo, porque cobarde es el que se va sin luchar contra sus tormentos.
Aquí dentro está todo hecho cenizas, devastado, pero fluímos, porque fuimos algo y ahora somos otra cosa, porque el polvo no retorna a sus orígenes ni se cura de su ausencia, pero se aprende a vivir con ello.
Voy ciego, a trompicones, como si llevase un parche en el ojo con el que pierdo la mitad de la perspectiva, mas la carencia de la misma invita a valorar la visión desde otros ángulos. Nunca vistos.
Quiero amor, amor del bueno. Amor sano. Incertidumbre en calma. Medicina para paliar el vacío emocional, vitamina, mucha vitamina M con sus efectos adversos incluídos, porque juntos se hacen miseria, porque con comunicación y confianza las adversidades se evaporan y adquieren valor.
Me pega el viento en la cara, como cuando surco las calles yendo a Tívoli en Patinete, me advierte del debacle que sucede siempre cuando voy con todo. Me da miedo, pero no me asusta.
La mente dando tumbos, intraquila, mas uno se deja llevar cuando al alMa le nace. Porque encajamos. Como los Marcos con las puertas.
El destino es sabio y no se equivoca. Hace sentirmE rico.
Es ella. Todo lo que vale, todo lo que la envuelve. Es increíble. Toda ella.
Me fascina e impresiona. Es todo a lo que aspiro. Por eso me impone. La libertad con la que baila con su mirada. Cómo me mira.
Como una barca en el Mar tambaleándose con el oleaje cuando te golpea la brisa y el cielo se viste de turquesa. Inestable y tranquila. Pero segura. Y segura de sí misma.
Me lo transmite sin mediar palabra. Aunque somos dos, muy distintos, equidistantes, tan lejos y tan cerca a la vez, como un 29 de febrero, pero nos convertimos en uno cuando chocan nuestros labios. Me contagia su tranquilad con su sonrisa. Esa con la que se le retuercen los hoyuelos y arruga la nariz. Esa que hace que se le acelere la respiración. Me siento como en casa. Todo lo que nos envuelve en ese instante es insustancial.
No exagero. Me vuelvo a vestir de Gala para desempolvar los dedos. Nadie cualquiera haría que estuviese aquí, postrado en mi habitación, con la ilusión y las ganas de escribir de nuevo. Desnudando mi alma otra vez cuando ya no quedaban fuerzas. Y me agrada. Porque todo es nuevo. Porque nunca me han transmitido tantas cosas buenas en tan poco tiempo. Me doy por vencido. Me gusta. Me gusta muchísimo sentirme así, y me gusta, me encanta ella.
Me siento yo mismo, y, a su vez, hace que todos mis traumas se esfumen cuando nos fundimos en un abrazo, porque con palabras me tranquiliza, pero no lo necesito. Solo con verla recuerdo que ahora mismo estoy feliz. Porque la felicidad es efímera y nunca he estado tan cerca de toCarla. Al menos por mí mismo. No dejo de ser yo cuando estoy con ella. Porque puedo serlo. No tengo que recurrir a la mentira ni ser quien no soy para impresionarla. Soy yo, yo con ella, y eso es lo que más valor tiene para mí. Mis inseguridades, miedos y mi pasado no le importan. Seguimos en lucha, pero con ella la batalla la gano seguro. La ganamos.
Es jodido. Si lo analizo en frío es meramente complicado,
como La iatrogenia, en la que la Vitamina M ahora mismo me salva, mas en cualquier momento puede tornarse en mi contra. Pero estoy cansado de pensar en suposiciones. Ahora mismo su posible veneno me cura. Es medicina efectiva dentro de mi organismo. Funciona, y no quiero desprenderme de ella.
A veces me pierdo, otras me olvido, como si divagase por la jungla(y), sin rumbo y sin sentido, pero sabiendo dónde voy a acabar. Pero quiero dejar la mente en blanco, disfrutar del viaje, de lo bello de cada instante, de lo bueno y lo malo, de lo casual e imprevisto y hacer lo banal importante. Pasito a pasito, como de casilla en casilla, de 6 en 6, con la suerte de mi lado, porque somos débiles y por eso nos aferramos a ella. Pero me sirve. Porque ya no hay marcha atrás, porque no la queremos, por mucho que asuste e imponga. Porque nos han dolido a ambos y ninguno quería esto, pero si tenemos que llorar, ya lloraremos. 💜