jueves, 17 de diciembre de 2015

Intrínseco

La gente cree que soy despreciable, un amargado boicoteando el amor a todas horas y un rencoroso, un antisocial empedernido por no hacer partícipe a desconocidos de mi día a día, o alguien carente de razonamiento extrapolable más allá de mi cabeza... 

La gente cree muchas cosas de mí, todas dispares e incorrectas.
La gente cree que soy raro y, seguramente, es lo único certero que sale de sus cabezas. Más bien diría que soy único, como cada cual lo es en su propia medida.
La gente no sabe que soy demasiado observador, alguien altamente inteligente emocional y, sobre todo, experiencias. 
La gente intuye que la vida es para vivirla con y como TÚ quieres, y contarla a tu manera. Pero no duda en estar en desacuerdo si tu filosofía de vida no combina con la suya. ¿Sabes por qué la gente no me conoce? Porque no se molesta.
¿A cuántos de los que crees conocer realmente conoces?
Yo, lo que sí soy es un odiador acérrimo de las personas que no esconden nada, de las personas planas que no tienen nada nuevo con lo que sorprenderte cuando las ves.
No soy amigo de esas cosas.
Llámame lo que tú quieras, estás en tu derecho. Como yo estoy en el mío de no compartir mi entorno diario ni todas mis vivencias personales.
Perdóname por no querer hacerte partícipe de mi mundología.
Perdóname por no querer que sepas con quién, qué, o cuándo como. Por no querer enseñarte mi círculo de amistades o de personas que comparten mis días asiduamente. 
Perdóname por hacerte creer que tienes a más gente; porque así dejo que lo denotes, y más reales de los que tengo yo.
De veras, siento que para ser una persona especial en mi vida tengas que transmitirme infinidad de cosas, y que aun así, probablemente, no quiera compartirte con desconocidos.
¿Debo pedir perdón por preferir ser enigmático que transparente, también?
¿O prefieres que lo haga por tener la conciencia tranquila sabiendo que quienes se reflejan en mis mañanas, tardes y madrugadas, me conocen algo más que tú?
Si bien es cierto que dudo que con una fotografía se pueda deducir gran cosa, pienso que es un instrumento capaz de hacer sacar conclusiones e imaginar más de la cuenta.

Perdóname de nuevo por querer ser anónimo cuando puedo. Por preferir contar a quien yo quiero lo que hago y no darle importancia, a lo que quien no me importa una mierda, pueda deducir sobre mí. 
Lo siento, siento ser yo mismo y vivir a mi libre albedrío, y no seguir un patrón social característico al que la mayoría otorga hoy en día.
Siento tener más cosas que contar y menos que inventar cuando veo a personas, porque me gusta dar pie a pocas deducciones sobre lo que hago o dejo de hacer.
Joder, estoy cansado de pedir perdón, pero debo hacerlo para ser uno más entre cientos, para integrarme...
Lo siento, y con esto acabo, por no querer divulgar todas las fiestas que me acontecen y hacerte colaborador de ellas. Siento que no sepas que salgo casi cada fin de semana porque no lo reflejo. El no transmitirte lo que he hecho, a quién he conocido, o con quién me he peleado allí o a causa de ello.
De verdad, perdóname por no hacer un alegato de quién me hace sentir cosas, de quién ha penetrado en mi pecho estos últimos meses, o quién ha sido un torbellino de una sola noche. Por preferir esconder mis sentimientos y a quienes me hacen sentir especial ante el resto.
Quiero que me perdones por ser yo, y por ser diferente a la "praxis" común. Por pensar de una manera no lineal y habitual, y por tener ideas propias de antisociedad y, aun así, tener amigos y gente que me rodea. 
Siento ser tan yo y tan poco tú. Y, sobre todo, siento de verdad que no me conozcas. 
Pero, si mi burbuja es la polla no pienso salir de ella.




jueves, 3 de diciembre de 2015

Al margen

Siempre he pensado que soy una persona a la que le gusta pasar el tiempo sola. Cada vez que he buscado en el tiempo, no veo a mi alrededor a demasiadas personas, obviamente sin contar a mi familia. Me refiero a esas personas que vas encontrando en la vida, que se van acercando a ti por un vínculo especial, a esos extraños que tienen tanto en común contigo que se vuelven una parte importante en tu vida.
Creo que no soy una persona de muchos amigos, y es que considero que una amistad real y verdadera no es símbolo de cantidad. La amistad se debe medir por la calidad y no por el número de “amigos”. Las personas que estén en mi vida deben ser las indicadas, las que hagan de mí alguien mejor.
He aprendido que todo llega a su tiempo, que nada es casualidad, que no hay errores, hay experiencias, que no te debes arrepentir de algo que hiciste, pues en su momento fue algo que quisiste hacer. 
He aprendido que si algo no sucedió como esperabas es porque no debía pasar así. Todo tiene su tiempo y su momento. Y si esas personas que considerabas tus amigos, o creías que de verdad les importabas, se fueron, tranquilo, simplemente no debían estar en tu vida, pues cuando alguien es para ti, no importan las circunstancias de una u otra forma, la vida se encargará de juntaros.
He aprendido también que no eres el héroe de nadie, que no debes ser complaciente o tratar de hacer feliz a todos, solo necesitas ser tú, porque en el intento de cambiar tu forma de ser por alguien más, puedes encontrar un sentimiento de soledad en lugar de alegría. Y bueno, no importa si esos “amigos” se van de tu lado por no ser lo que ellos esperaban, ellos no te merecían, y siempre es bueno estar solo un cierto tiempo para encontrarte a ti mismo, para reflexionar y crecer espiritualmente, para saber y aprender que tú mereces algo mejor, para entender que en tu vida hay personas que no necesitas.
Esas personas que no necesito, esas personas que no deberían estar a mi lado son personas nocivas, personas que se deben ir, no importa si a mi lado solo se quedan uno o dos, sé que ellos serán las personas correctas. Y en mi vida no necesito a personas que hagan que cambie mis convicciones, que cambie mi esencia, que tenga una careta; no necesito a personas que me critiquen pero que no escuchen mis críticas, no quiero a mi lado a alguien que me haga sentir que no soy especial; no me merece alguien que solo se acuerda de mí cuando necesita algún favor. No necesito a esas personas que cuando están a tu lado te adulan, pero giras y hacen de tu imagen la peor. Y aunque no las necesito en mi vida, sé que llegaron a ella por una razón en específico, para enseñarme, porque gracias a ellos he aprendido cómo no quiero que sean mis amigos, gracias a ellos ahora sé que no todos los que te rodean quieren lo mejor para ti, no todos los que están a tu lado están buscando tu bienestar.
Estoy agradecido por haberlos conocido, pues definitivamente han sido de mucha ayuda en mi vida. Sí, me han ayudado a poder elegir, a poder diferenciar y valorar a esas personas que sí me merecen. 
Y hoy estoy completamente agradecido con aquellos que llegaron a mi vida en el momento preciso, a los que busqué y encontré en el tiempo indicado, y a los que se quedaron en mi vida para acompañarme en este camino tan difícil y complicado que es la vida.